La Delegación
El Ejército de Liberación Nacional (ELN) mantiene una Delegación para los Diálogos de Paz con el Gobierno de Colombia que combina la experiencia, la representatividad y el conocimiento para gestionar el complejo camino de las conversaciones. Conoce a la Delegación encabezada por el comandante Pablo Beltrán
Nací en San Gil (Santander). Mi padre era albañil y mi madre costurera.
Ingresé en la Universidad Industrial de Santander (UIS) en Bucaramanga a estudiar Ingeniería de Petróleos en 1972 de donde me expulsaron por mi activismo político. Me echaron justo cuando estaba presentando el proyecto de grado, yo por aquella época presidía el capítulo estudiantil de la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos de Colombia y ya formaba parte de las redes urbanas del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Para pagar el préstamo educativo ejercí como profesor de cálculo, física, química, etcétera y fundé un Instituto Pre Universitario a la vez que desarrollaba un intenso activismo en el sindicato de profesores de secundaria. De ahí debí salir tras un allanamiento a mi casa por parte de tropas de la Quinta Brigada en abril de 1983.
En una asamblea interna del ELN a mediados de ese 1983 fui promovido a la dirección nacional de la organización y ahí tuve la gran oportunidad de compartir durante varios años con el Comandante Manuel Pérez. Con él, pude participar en la proyección del sistema educativo interno del ELN y en la construcción de los códigos internos de normas que rigen a la organización.
La actividad como negociador de paz la inicié en forma pública en un gran encuentro con representantes de la sociedad colombiana desarrollado en Wurzburg (Alemania) en el verano de 1998, que fue auspiciado por el Gobierno de Helmut Kohl y la Conferencia Episcopal Católica de Alemania.
Desde entonces, he estado en todas las mesas de negociación con distintos gobiernos de Colombia. En los actuales diálogos con el gobierno progresista, por primera vez, tenemos al otro lado de la mesa a unos representantes del Estado con los que coincidimos ampliamente en el valor estratégico de desarrollar una solución política del conflicto colombiano.
Nací en el Nororiente del país y mis padres vienen de familia de trabajadores y del campo. Estudié sociología y en mi juventud desarrollé procesos de alfabetización y trabajo social en los barrios pobres.
En la época de estudiante, me motivaron las ideas revolucionarias, de cambio; lo que sucedía en Cuba, China, la Unión Soviética y la lucha guerrillera. Lo anterior, me lleva progresivamente al ELN.
El Ejército de Liberación Nacional, es una gran familia en la que la transformación de país, del ser humano y de la lucha por otra opción de humanidad son sus principales ideales. El ELN me ha formado y me ha ayuda a pensar y repensar el tipo de país que tenemos y el tipo de país que queremos los Colombianos y las colombianas.
En la Mesa de Diálogos estamos esforzándonos por cumplir con el mandato del quinto congreso del ELN, buscando y explorando la solución política al conflicto y a los problemas estructurales en el país.
Buscamos que la lucha por la solución política, ayude a la acumulación de fuerzas, mediante la participación de la sociedad y la discusión sobre nuevos rumbos para el país, en una perspectiva, en la que el pueblo sea más protagónico en las transformaciones y en la que avancemos en una gran confluencia popular y de nación, por la paz y los cambios, que incorpore las múltiples corrientes de izquierda y de centro, para lograr una correlación de fuerzas que haga posible transitar hacia un nuevo momento en Colombia.
Nací en el seno de una familia campesina, en el Norte del Cesar. Participé junto a mi padre en el Paro Costeño que impulsó el movimiento ¡A Luchar!. Me vinculé a la organización campesina a los 16 años.
En 1988 decidí ingresar al ELN debido a hechos de persecución política contra algunos dirigentes que habían impulsado el Paro Costeño. Para el año 1990 habían desaparecido a los líderes indígenas arhuacos Luis Napoleón Torres, Antonio Hugues Chaparro y Ángel María Torres; estos hechos reafirmaron mi convicción de que en nuestro país las vías legales estaban cerradas, por lo que la lucha armada fue entonces una opción, vigente y valida. No nos han dejado otra alternativa.
Para mí este proceso de paz significa una exploración en donde vamos a constatar si la minoría dominante va a permitir que las y los de abajo puedan emprender las transformaciones políticas que precisa el país. Son ellos los que, de manera sistemática y cíclica, han impuesto distintas formas de violencia para mantener sus privilegios de clase.
Mi máxima aspiración es que a nadie lo encarcelen, lo persigan, lo desaparezcan o lo asesinen por tener ideas distintas a las del establecimiento, o por ser revolucionario. Creo en la sabiduría de los pueblos, creo que es posible lograr un país mejor, donde nunca más mueran niños de hambre o haya muertes por motivos políticos. Estoy seguro que el pueblo abrazará la causa de una paz, pero con cambios, con trasformaciones sociales y democráticas para todas y todos.
Soy norte-santandereana, de raíces campesinas. Nací en el seno de una familia humilde y trabajadora. Soy madre, amiga y compañera de quienes me rodean. Alegre, cariñosa y decidida. Soñadora de esa otra realidad en mi país, en Latinoamérica y el mundo, donde se tenga respeto por el planeta, su gente, sus culturas, y costumbres. Estoy convencida de mi compromiso y opción de vida junto al pueblo.
Estudié educación básica con énfasis en educación ambiental; desde muy joven me gustó la formación, educar es transformar.
Ingresé joven al ELN. La realidad de mi país fue el motivo por el cual me decidí por la lucha armada. La desigualdad, la violencia, la violación de los derechos humanos, son las principales causas, entre muchas otras.
Ingresar al ELN fue la respuesta a esas necesidades de cambio, a esas realidades de pobreza, exclusión, e injusticia; una muestra de compromiso con mi país.
Esta Mesa de Diálogo es una oportunidad para que Colombia tenga una salida política a este conflicto armado interno de más de seis décadas. Mantengo la certeza de que estos diálogos entre el Gobierno y nuestra organización culminen con cambios básicos urgentes que ayuden, poco a poco, a las transformaciones que reviertan la situación que nos hizo alzarnos en armas.
Soy de una familia del Magdalena medio colombiano, de origen campesino y cristiano. Me vinculé muy joven al movimiento social y a las luchas estudiantiles y obreras.
En ese contexto de luchas sociales, me vinculé al Ejército de Liberación Nacional, para poder desarrollar mejor el trabajo político, ya que el ELN era la organización que alentaba, desde la clandestinidad, los movimientos de lucha.
El paso a la vida guerrillera rural se debió a las dificultades de persecución que padecían los movimientos políticos y sociales por parte del Estado, en los años 80. Fruto de eso, me vinculo a las estructuras armadas del ELN.
Actualmente soy integrante de la Delegación de Diálogos, como continuidad de mi compromiso con las luchas por las transformaciones, la democratización y la Paz de Colombia.
Desde muy joven, siendo estudiante, inicié mi vida revolucionaria. Finalizando los 80 participé en uno de los movimientos políticos y campesinos que se proponía la construcción de una nueva nación.
Debido a la persecución política del Estado y al exterminio de estas organizaciones amplias y populares, decidí ingresar a la lucha armada y política en el ELN.
Una de las experiencias hermosas en este trajinar insurgente ha sido la participación en la construcción del proyecto comunicacional de las emisoras guerrilleras Patria Libre. También me desempeñé en la formación política e ideológica en las estructuras guerrilleras, tarea fundamental para cimentar la ética revolucionaria, los valores que caracterizan el ser ´eleno´.
Ser madre y guerrillera no es tarea fácil. Es poner a prueba el amor por esos seres tan queridos que son parte integral de la vida misma de cada una, pero también el amor al pueblo y a la causa revolucionaria. Ambos sentimientos, juntos, refuerzan las convicciones y la razón para seguir adelante construyendo senderos de paz.
Los ideales políticos, cristianos y de lucha en favor de las y los pobres por los que murió el Padre Camilo Torres Restrepo han sido y siguen siendo la principal motivación para seguir en pie de lucha en el ELN.