Entrevista concedida a Pascual Serrano mientras se realizaba la Reunión extraordinaria de la Mesa de Diálogos de Paz en Caracas entre el 12 y 22 de abril. Publicada el 26 de abril en Globalter.
Pablo Beltrán, jefe de la delegación negociadora del ELN: “Han intentado envenenarnos para impedir un acuerdo de paz”
PASCUAL SERRANO
Caracas
El jueves 3 de agosto comenzó un inédito alto el fuego de seis meses en la guerra que mantiene el ejército de Colombia con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Ese cese el fuego se prorrogó por otros seis meses el pasado 6 de febrero en La Habana. Tras la firma de la paz del gobierno colombiano con las FARC en 2016, el ELN quedó como la guerrilla más antigua de América Latina, creada en 1964 e inspirada en la Teología de la Liberación y el marxismo. Este grupo insurgente cuenta por un lado con unos 5.000 armados y por otro con muchos más participando en la vida política y social de forma clandestina.
Después del periodo de conversaciones en La Habana, los diálogos de paz entre la guerrilla y el gobierno de Colombia han entrado en una nueva fase, ahora en Caracas. Después de una primera ronda hasta el 22 de abril, ambas partes volverán a negociar en la capital venezolana entre los próximos 20 y 25 de mayo. Sin embargo, no parece que el camino esté siendo fácil. Es la conclusión que se extrae tras la conversación mantenida en algún lugar de Caracas con el jefe negociador del ELN, el comandante Pablo Beltrán. Un hombre que lleva 54 de sus 70 años en la guerrilla.
En febrero terminó en La Habana el sexto ciclo de diálogos y ahora entraríamos en el séptimo. ¿Qué es lo que se ha avanzado desde el momento de Cuba hasta el actual?
Pues yo le diría que hemos avanzado, pero como el cangrejo. Le explico.
Acordamos hacer un séptimo ciclo acá en Caracas, pero se nos ha presentado un problema muy grave. Ha surgido otro grupo que se reclama como ELN, en Nariño, la frontera con Ecuador, y está siendo reconocido por el gobierno y ha establecido una mesa de diálogo con ellos, pero ese grupo nosotros no lo reconocemos, porque aunque procede del ELN, fue apartado por un proceso disciplinario. El gobierno le organizó un proceso diferente de paz y esto no es un hecho grave, sino gravísimo porque ahora habría dos ELN, y el gobierno no puede persistir en validar esa suplantación del ELN.
Nosotros dijimos que si el gobierno no resuelve eso y persisten en esa suplantación, entramos en el congelamiento del diálogo. Nos dijeron que quedan notificados, toman nota y va a arreglarlo, y así terminó la reunión en La Habana. El problema es que quince días después, el 12 de marzo, el gobierno anuncia un acuerdo de desminado justo con ese grupo en Nariño.
Bueno, quizá también es comprensible que el gobierno quiera garantizarse la paz con los dos grupos porque, independiente de que considere a los dos como ELN o no, el problema es que si no garantiza la paz por los dos grupos seguiría el conflicto.
El problema es que nos dijeron que no los iban a involucrar con otra reunión en La Habana. Nosotros les dijimos que el personaje que encabeza todo eso tiene aquí un proceso disciplinario, que no va a prescribir y si ustedes lo acogen, lo protegen y le dan un estatus político dañan esta mesa. Creo que ahora ya entiende mi símil del cangrejo. Estamos en un estado de congelamiento del que debemos intentar salir ahora.
Pero yo creo que algo se ha avanzado, por ejemplo, el tema de las retenciones, de los secuestros. Según tengo entendido, ustedes han aceptado ponerles fin porque se aprobó un fondo de multidonantes para suplir los recursos de subsistencia que les proporcionaban las retenciones. ¿Cómo está eso?
Bueno, ese es un debate muy amplio. Nosotros anunciamos nuestra voluntad. Durante el cese del fuego, del 3 de agosto al 3 de febrero, mostramos nuestra voluntad de dejar de hacer esas retenciones económicas, pero para ello debe haber un aporte de la comunidad internacional. Nos dijeron que se crearía un fondo multidonante para eso, pero solamente está el titular.
Había que hacer un reglamento del Comité Directivo, del Comité de Administración, y eso no se ha hecho, entonces nos tocó hacer una jugada como de póker. Se la explico.
Les dijimos: como hacer el fondo se demora mucho tiempo, les damos tres meses para hacer reglamentos y directrices, porque todo eso tiene unos protocolos internacionales. La idea es que en tres meses se pondría a andar el fondo y, como muestra de voluntad, el ELN mientras se concreta la letra menuda del acuerdo, nosotros, de manera unilateral, suspendemos las retenciones económicas como muestra de que sí queremos un acuerdo, aunque nos quedemos sin ingresos. Es el saludo del ELN a que se haga la letra menuda del fondo. Pues bien, esos tres meses terminan ahora el 3 de mayo, pero no se ha creado el fondo.
¿Y qué van a hacer?
Pues se acaba el regalo.
Parece que, efectivamente, lo del cangrejo cada vez lo estoy viendo más claro. Ustedes también señalaron que iban a hablar con los frentes regionales y no solo decidiría el mando central, de este modo se garantizaba que no pasase lo que ha pasado con la FARC, que al final algunos frentes se desvinculan de los acuerdos de paz.
Sobre eso hay una la leyenda negra contra el ELN, la de decir que somos una federación y no hay un mando centralizado. Bueno, dígame usted cuál acuerdo de los que hemos hecho en esta mesa ha incumplido algún frente del ELN.
Nosotros somos una organización político-militar con democracia interna, tenemos mecanismos democráticos de toma de decisiones. Yo acabo de hacer una gira de 33 días de consultas con los compañeros, donde le puedo decir que no se quedó ningún frente del ELN sin ser escuchado.
¿Y cuál era el tono de los frentes, cuáles eran sus inquietudes o qué percibió usted, qué temperatura captó usted en las bases?
Hay mucha molestia. Porque bajo el cese del fuego que nosotros estamos cumpliendo hemos recibido muchos ataques.
Pero eso sería una clara violación de los acuerdos por la otra parte, el gobierno, si esos ataques son del ejército.
Yo le diré cómo se las ingenia. Hacen lo que llamo operaciones paramilitares, consiste en que en vez de tener el brazalete del ejército regular se ponen otro brazalete. Esa es una operación paramilitar.
¿Y eso supone la responsabilidad del presidente de Colombia? ¿Quizá está fuera de su control?
Eso lo hablamos incluso con el ministro de Defensa colombiano en Cuba, y se supone que ellos están intentando controlar eso. Primero dijeron que eso no lo hacían las tropas, después firmaron un papel donde dice que nadie puede hacer eso, sí, pero bueno, vaya usted a cada esquina de este país a vigilarlo, ellos tienen 500.000 tropas, nosotros somos 6.000. Ellos son los que no tienen el control sobre sus tropas.
Resulta que hay una ley que todos conocen muy bien, que es la ley de la contrainsurgencia, que viene a decir: haga usted lo que sea para acabar con la guerrilla con la única limitación de que no se deje pillar. Lo malo no es lo que usted hace, si no que le pillen haciendo algo irregular. Hace unos meses pillaron a unos militares en el sur de Córdoba, los terratenientes les pagaron a la patrulla, se pusieron un brazalete paramilitar en tierra alta y expulsaron a unos campesinos. Claro, como fueron pillados, pues el mando del ejército le tocó proceder y tomar medidas, pero lo malo no fue lo que hicieron, fue que les pillaron.
Entonces nuestra gente dice, hay cese de fuego, pero hemos recibido más ataques, no hay ninguno de los frentes, sobre todo de Occidente y el centro del país y en el Oriente, que durante los primeros tres meses de estos seis meses no haya tenido un hostigamiento y un ataque permanente. A pesar de ello, nosotros seguimos con nuestro objetivo de paz, vamos a exigir que se cumplan los compromisos.
En la reunión de La Habana nosotros dijimos que el cese tiene varios factores generadores de crisis. Factor uno, que al grupo que se reclama como el ELN Nariño le dan un estatus como el nuestro; factor dos, que han crecido las operaciones paramilitares en contra nuestra; factor tres, que es peligrosísimo, ya que no solamente han continuado, si no que se han incrementado las operaciones de ataque a los mandos de la Dirección Nacional. Por ejemplo, no es para que ahora se aleje de nosotros, pero sí que se sepa que han comenzado a realizar ataques a los lugares donde se encuentran esos mandos superiores. Han buscado envenenarnos. Eso es guerra bacteriológica y está prohibido. Lo hemos comprobado con gente que capturamos y reconoce que forman parte de la inteligencia de la policía o del ejército y nos muestran el veneno que les proporcionaron contra nosotros.
¿Y usted cree que de esa guerra sucia tiene conocimiento y responsabilidad el gobierno colombiano?
Nosotros le informamos al ministro de Defensa, que es un gran jurista, es un defensor de derechos humanos y dijo que tomaba nota de nuestra denuncia para ver qué podía hacer.
O sea, ¿que no es iniciativa del gobierno?
Pues él dijo, “póngale cuidado, que eso lo debatimos en la mesa”. En una carta que él nos remitió dando respuesta, dijo “Yo no conozco ni he orientado”. Pero es que hay un factor importante, él no conoce ni ha orientado, pero esta guerra sucia se está haciendo. Les pregunto, qué va a hacer frente a los que han hecho, pero no se pronuncian.
En una anterior entrevista hablamos de la participación de la gente en el diálogo, entendemos por gente, no solamente guerrilleros, sino el pueblo, ¿qué hay de eso?
Va bien, se ha convocado un organismo que se llama el Comité Nacional de participación y tiene cerca de 100 miembros. Ahí están desde los indígenas, negros, campesinos, organizaciones de mujeres, de las regiones, el jefe de los jesuitas en Colombia, el jefe de los industriales, etcétera. Se ha tratado de hacer un retrato de toda Colombia, que nadie quede fuera. Están terminando lo que se llama un plan nacional de participación, haciendo un diseño que debe terminar ahora en mayo.
Y ahí se cierra el punto 1 de la agenda que era organizar la participación de la sociedad, no lo hizo la mesa de diálogo o el ELN, lo hicieron ellos mismos. ¿Para qué sirve eso? Se les ha dicho, bueno digan qué hay que cambiar de Colombia, y se adquiere un compromiso por eso, o sea, es una manera de concretar unas transformaciones de paz, pero a su vez se hace una especie de alianza social y política para plantearle a todos: hagamos un acuerdo nacional para sostener eso. Esa es la estrategia.
Es otra forma de ver la paz, no solamente que un grupo guerrillero deje de existir, sino que haya transformaciones sociales y con una idea de proceso de transición, porque son transformaciones profundas, que no puede hacer un solo gobierno. ¡Ah!, pero este gobierno tiene que hacer lo que le corresponde como parte de todo el proceso.
Hablando de procesos largos, evidentemente un acuerdo con el ELN supone un avance para la sociedad colombiana en la medida en que se llega a la paz y acaba la violencia, pero ¿qué logros sociales cree usted que puede suponer, así como compromisos sociales del gobierno colombiano que afecten y mejoren la vida de todos los ciudadanos colombianos más allá de la paz?
Si usted me preguntara sobre la reformas o los elementos democratizadores más importantes que requiere Colombia, yo le diría lo siguiente: Que el régimen deje de perseguir y exterminar. Nosotros somos una guerrilla que dice que la salida para el país es un proceso del socialismo, y habrá gente de la derecha que considera que se puede humanizar el capitalismo, por poner un ejemplo. A nosotros nos parece bien que ellos intenten eso, pero que ellos también acepten que nosotros tengamos una posición política diferente. O sea que el hecho de que yo tenga discrepancias con el expresidente Uribe no signifique, ni que yo me tenga que irme de Colombia ni él se tenga que ir de Colombia. Eso quiere decir cambiar el régimen. Eso es lo más importante que necesita Colombia.
Usted dice que “el régimen deje de perseguir y exterminar”, pero ¿quién es ese régimen que persigue y extermina¿ ¿El gobierno, el ejército?
Le voy a dar datos. En Colombia hay seis grandes grupos económicos, esos seis grandes grupos económicos a su vez están entroncados con cincuenta y cinco clanes regionales, que son el poder real fáctico. A su vez esos grupos económicos son los que controlan las grandes empresas de comunicación. Fíjese, usted tiene en una esquina, grandes grupos económicos; en la otra esquina, grandes medios de comunicación. En la esquina de abajo, los clanes, y enfrente de los clanes, mafias escuadrones y bandas.
¿Y qué podría hacer el presidente Petro que no esté haciendo, para luchar contra eso?
Le voy a contar lo que les dijo en enero a los grandes capitalistas. Es una explicación más bien económica: En Colombia existe una implicación entre la economía subterránea y la legal, la subterránea lubrica la legal, pero ustedes, que son los patrones de la economía legal, se sostienen en la economía subterránea.
Ese es el sustrato económico, pero resulta que ese sustrato económico genera un régimen que en esencia es mafioso, o sea, usted tiene una economía mafiosa que le genera un régimen mafioso. Si vamos a legalizar a Colombia, legalizarla en términos de salir de lo ilícito, miremos a ver cómo se cortan esos circuitos económicos que son los que de manera automática reproducen esa cultura mafiosa y ese régimen mafioso. Entonces si usted se da cuenta, el poder militar en Colombia no solamente están en los 500.000 miembros de la Fuerza Armada, ahí hay clanes, bandas, mafias, carteles que están articulados en torno al resto de la fachada legal.
Entonces, claro, usted pelea por encima de la mesa y por debajo de la mesa, por encima de la mesa pelea con los grandes grupos económicos y las grandes empresas de comunicación, y por debajo de la mesa tiene los clanes regionales que son 55 bandas, mafias, escuadrones y carteles y todo está implicado.
¿Y el presidente Petro podría hacer algo más de lo que hace?
Él ha optado por una doble vía: hacer alianzas y confrontar, en algunas cosas hace alianzas y en otras hacer rupturas. Algunas le funcionan y otras no.
Después de lo que me ha estado explicando, ya dudo mucho sobre si se está cumpliendo el programa para llegar a mayo del 2025 con una paz definitiva, como tenía anunciado el presidente.
Un día le preguntaron al escritor colombiano William Ospina que qué pensaba sobre los modelos de paz. Y dijo: hasta ahora solo se ha utilizado uno que ha resultado fracasado. ¿Y qué es lo que no ha funcionado? Le echan la culpa de todo a una guerrilla, la desmovilizan y nada cambia. Hay que terminar con eso, es un modelo fracasado. Fíjese, prometieron un post conflicto después de la desmovilización de la FARC y resulta que el conflicto, después, se exacerbó de muchas maneras porque las regiones donde la FARC ejercía una cierta cohesión social quedó en manos de todos estos clanes, bandas y mafias, estamos peor.
Nosotros, cuando nos sentamos aquí con el entonces presidente Juan Manuel Santos, le dijimos, vamos a buscar un nuevo modelo de negociación, un nuevo modelo de buscar la paz en Colombia que no sea la mera pacificación, o sea que no sea el modelo que sintetizó William Ospina.
¿Qué acuerdo hicimos? Entonces se hicieron dos acuerdos con Santos, que todavía sostienen esta mesa, acuerdo uno, busquemos que haya transformaciones, pero a su vez busquemos el fin del conflicto armado, eso es lo que sostiene esto.
Cuando comenzamos con Petro hicimos, en México, una repotenciación de esa agenda que firmamos con Santos, y se llama el acuerdo de México. Ahí avanzamos un poquito más. Firmamos que hay que cambiar el régimen, que hay que cambiar el modelo económico, que hay que buscar soberanía, o sea que Colombia no sea dependiente, por usar un término suave, Eso es lo que se firmó en el acuerdo de México o sea, es el de Santos más otras cosas. ¿Quién fue el primero que gritó contra ese acuerdo? Santos ¿por qué? Porque dijo que se están cruzando las líneas rojas, ¿y cuáles eran las líneas rojas? Pues las que Santos le puso a las FARC: no hay cambio ni en el modelo económico, ni en el régimen político, ni en la doctrina de seguridad, ni en las relaciones internacionales.
Entonces el acuerdo de México le mete mano a esas líneas rojas. Y desde la derecha llevan año y medio hablando en contra del acuerdo de México, que es la agenda que hemos establecido acá para buscar la paz. Para buscar otro modelo de paz basado en transformaciones, tiene de jefe de la posición de ese modelo al Nobel de la Paz [el expresidente Juan Manuel Santos].
Usted me habla de Juan Manuel Santos, pero el presidente es Petro, ¿qué dice Gustavo Petro de esas líneas rojas, también lo son para él?Yo pienso que cuando la Delegación del Gobierno firmó el acuerdo de México lo firmó de buena fe, para ponerle un término. Después de eso el Gobierno ha tenido muchas presiones para desvirtuar eso, la principal de los que se llaman en Colombia el grupo de Santos. De hecho, el principal periódico de Bogotá, El Tiempo, afirmó que el ELN le metió al gobierno una goleada de siete a cero.
Entonces, parte de las cosas que están pasando es el intento de esos sectores más de derecha de agarrar el acuerdo de México, y como les da vergüenza tumbarlo todo, entonces su intención es enquistarle cosas del modelo viejo. Quieren hacer convivir el acuerdo de México con lo que se llamaba el modelo viejo que es solamente desmovilización y reinserción.
Hoy el debate en la mesa es que la Delegación del Gobierno de Petro quiere convencernos de que es una bondad tener esta mesa, pero a su vez tener la otra mesa de desmovilización desarme y reinserción en Nariño y ahí se están tirando el acuerdo por los suelos. Ese es el debate.
En este proceso de paz hay unos países garantes y unos países acompañantes, ¿cuáles son esos países y cómo valora el papel que están teniendo?
Este proceso de paz está teniendo un acompañamiento internacional, como nunca se tuvo en un proceso de paz en Colombia. Le repaso los países por orden de aparición, como en las películas. El primer grupo y el de más trayectoria es el que se llama de garantes. En el cual, por voluntad nuestra, siempre hemos pedido que sea esencialmente latinoamericano. O sea, para que este proceso de paz sirva de articulador de muchas iniciativas de integración americana.
Por ejemplo, México dice que ellos, como garantes, están ejecutando parte de su agenda latinoamericana.Venezuela dice que el compromiso no está solo en la paz de Colombia, sino que se espera que también ayuden a la paz en toda la región. Brasil dice que su doctrina de seguridad es no tener enemigos en la frontera. Todo el mundo participa aquí apoyando la paz de Colombia, porque desde la paz de Colombia se hace un aporte importante a la paz del continente. No se trata solamente de ayudarle a otro, sino que es una ayuda para todos. Por ello el grupo garante son Cuba, Venezuela, Brasil, Chile, México y el único no latinoamericano, Noruega, que tanto estar entre latinoamericanos ya casi se parece.
Pero hay otro grupo, que es el de acompañantes permanentes, que es la Naciones Unidas a través del jefe de la misión de Naciones Unidas en Colombia y la Conferencia Episcopal católica colombiana.
Y por otro lado ha estado participando también el tercer grupo, que se llama el grupo de países de apoyo, acompañamiento y cooperación, que ese sí es europeo, que se creó desde el principio, en Caracas en el 2016 para que financiara los gastos de la delegación del ELN, porque por acuerdo está estipulado que el ELN no recibe dinero del gobierno. Nosotros no recibimos dinero de la contraparte, por eso se creó el grupo europeo, que en este momento son Alemania, España, Suecia y Suiza.
Yo creo que ustedes cada vez más deberán implicarse en la agenda de política del país, más allá de los Acuerdos de Paz, por eso yo les pregunto, en este momento, qué problemas ven en la agenda política colombiana. Es decir, cuestiones sobre las que, si mañana ustedes fuesen un partido político, sería objeto de discusión más allá de la propia paz.
Ya estamos en eso, en el sentido de que nosotros somos una organización sui generis somos una organización político-militar. O sea, no somos solamente el brazo militar de alguien, que es lo tradicional, eso significa que tenemos más democracia que un ejército y más disciplina que un partido. Nosotros estamos en las grandes y medianas ciudades de Colombia, ahí tenemos guerrilla y su actividad fundamental es político social y participamos. Por ejemplo, el presidente Petro dijo que vamos a hacer una Constituyente, y toda nuestra gente en las ciudades está cuidando que haya una Constituyente y que sea Social, es decir, que se legitime que son necesarias esas reformas y esos cambios. De modo que estamos participando.
Pero… ya sea desde la legalidad o desde la ilegalidad, ¿cómo es esa participación?
Nuestra militancia en las ciudades es clandestina, pero ellos forman parte de cooperativas social legales. En el tejido político social están como uno más. La actividad política social del ELN en las ciudades será de un 95% y la actividad militar será de un 5%, porque en este momento hay seis meses en los que no se hacen operaciones militares.
Entonces eso ya lo estamos haciendo, de modo que en ¿qué momento político se encuentra hoy Colombia?
Tenemos una derecha que en algunas cosas hace pactos con Petro, pero en la calle dice que Petro está llevando al país por mal camino, es decir, son malos aliados. Pero a él le toca bailar con esos, porque eso es lo que tenemos. Nosotros decimos que, en vez de acudir a alianzas con la derecha, mejor es movilizar la sociedad, que es la que ha pedido que haya cambios. En vez de buscar alianzas con los que no quieren los cambios porque tienen privilegios, y usted sabe que los privilegios quitan derechos. Si se van a buscar alianzas con los que no quieren los cambios, pues no van a funcionar esos cambios .
Yo quisiera añadir lo siguiente. En este momento, en el mundo, lo que prevalece son las acciones de fuerza, la negación de las soluciones políticas y diplomáticas, las violaciones del derecho internacional, eso es lo que predomina en el mundo y eso es lo que está alimentando las guerras. En Colombia estamos haciendo lo contrario, con un conflicto que ya tiene, desde que mataron a Gaitán, más de 70 años, están bregando a que la solución de los conflictos, comenzando por el conflicto armado, sea política, o sea, queremos una solución política.
En un país que lleva 7 u 8 décadas desangrándose, buscar un camino de arreglar los conflictos y las diferencias de manera dialogada, diplomática, política, es un cambio estructural y no es fácil, pero pese a eso pensamos que es la salida, y lo que hace viable a Colombia, y hay que persistir incluso en medio de este pantano en el que está la mesa del diálogo y hay que salir del pantano.